Podemos dividir el proceso de la exposición oral:
1 – Preparación
2 – Predisposición
3 – Enunciación
1. Preparación del discurso.
Determinación del tema
Tanto sea por propia decisión o por la asignación de un tercero, la definición del tema sobre el que versará el discurso es el primer paso en la construcción de un discurso sólido. El tema debe ser lo suficientemente convocante y sugerente de forma tal de captar inmediatamente el interés del auditorio al que va dirigido. El tema debe resumir la esencia del mensaje del discurso, contener el mayor grado de especificidad posible y circunscribirse al contenido real del elemento motor del mensaje a transmitir.
El título de una disertación es el primer elemento de contacto por parte del público con el futuro discurso y generará un primer posicionamiento de imagen, luego será el discurso en sí mismo el que pondrá que se pondrá a consideración de un auditorio; auditorio sobre el que repercutirá favorable o desfavorablemente; repercusiones que aparejarán consecuencias positivas o negativas, tanto manifiestas como latentes. Estas consecuencias son las que corrientemente generan el consabido temor oratorio, tema este último del que nos ocuparemos más adelante.
Del tema a la búsqueda de información
A partir de la definición del tema a abordar comienza un riguroso trabajo de búsqueda y selección de información valiosa y significativa, que se transformará en un pilar de nuestro discurso y a través de la cual estaremos o no en condiciones de realizar un aporte de calidad y relevancia al público al que se lo exponga.
En este punto de la preparación del discurso será suficiente con identificar las fuentes informativas y de conocimiento en las que se basará nuestra labor.
Conocimientos propios, bibliografía específica on & off line, artículos de divulgación, reportajes a profesionales destacados sobre la materia y entrevistas a personalidades clave son algunas de las principales fuentes para darle sustento a los contenidos de nuestro discurso.
De la selección de las fuentes informativas a la comprensión lectora
Una vez realizada esta supervisión del ambiente o estado del arte comienza un período de lectura, análisis, estudio e interpretación del material seleccionado.
Durante este proceso se suceden una serie de estadios que llevan al entendimiento cabal del tema a abordar, a observar sus principales aristas, a conocer los marcos teóricos subyacentes, a advertir las corrientes de pensamiento que se expresan sobre el particular, y, posiblemente, a identificar nuevos interrogantes o aspectos por explorar, describir o explicar.
De la comprensión al esquema del discurso
En este punto la tarea consiste en ordenar los contenidos, categorizarlos, priorizarlos y corroborar su validez e interés.
Se escogerá qué material formará parte del exordio, cuál del cuerpo y cuál de la perorata o conclusión.
Del esquema y escritura a la elocución
Idealmente se deberá escribir por completo el discurso. Ello permite tener precisión del tiempo que insumirá la ponencia y por sobre todas las cosas, permite embellecer los giros y expresiones que se utilizarán en el discurso, como así también incorporar todas las figuras retóricas que se consideraren necesarias.

La elocución es el modo de elegir, distribuir y expresar los pensamientos y las palabras en el discurso, de acuerdo a los lineamientos estratégicos que se haya defino previamente.
De la elocución al ensayo
Independientemente del método que se utilizare para la exposición del discurso, siempre es conveniente ensayarlo y representarlo con la debida anticipación.
Frecuencia de repaso
Hay otro ritmo del cerebro que tiene una gran repercusión en la memoria: la frecuencia con que se repase un material.
Para aumentar al máximo su capacidad de recordar información nueva, debe repasársela una hora más tarde, otra vez un día después, una semana después y por último un mes después. Tras este cuarto repaso, únicamente tendrá que revisar mínimamente el material en el futuro y quedará grabado en su memoria.
Constantemente se aprenden datos nuevos. Los lectores, estudiantes, profesores, o profesionales que necesiten hacer uso de su memoria en sus actividades, deben conocer los aspectos fundamentales de su funcionamiento. De esta manera, adoptarán técnicas apropiadas que mejorarán su desempeño. Una técnica o herramienta muy apropiada para ayudar a la memoria son los “Esquemas Mentales”.
La actividad intelectual potencia la memoria porque es como un músculo que si se ejercita siempre está en forma. A partir de los 25 años se va perdiendo la capacidad de evocación (recordar algo inmediatamente) pero no debe preocuparnos porque lo suplimos con experiencia y una mayor capacidad de asociación.
2 – Predisposición.
Esta fase es de tipo preliminar, antecede inmediatamente el desarrollo de una ponencia. Esta instancia puede comenzar con ejercicios de vocalización y respiración con el propósito de comenzar la tarea con un buen tono vocal y una buena cadencia respiratoria poco antes de subir al escenario.
Una vez en escena importa la postura corporal, que debe ser erguida y relajada, con la cabeza en alto y haciendo los primeros contactos visuales con el público asistente. Son instantes de máxima tensión en los que es menester respirar profunda y pausadamente.
En ocasiones, un tercero realiza la presentación del disertante; en otras, es el mismo disertante quien debe presentarse ante el público. Aún en el caso de que la presentación haya sido realizada por un presentador, siempre es aconsejable retomar los aspectos curriculares más salientes que se desean puntualizar para recordación del auditorio una vez que se haya dado el saludo a los presentes, la bienvenida y el agradecimiento a los organizadores por la invitación y al mencionado público por asistir. Reglas básicas del ceremonial social y de relacionamiento que no deben ser obviadas.
Una vez terminados los saludos y agradecimientos mencionados, es el momento de realizar el relato de identidad al que aludíamos. Desde el punto de vista antropológico se trata de una acción que otorga autoridad al disertante y le permite adueñarse del espacio escénico desde donde realizará su exposición.
Todo este tiempo, poco significativo desde el punto de vista cuantitativo, resulta muy conveniente desde el punto de vista cualitativo: permite que se vaya colocando convenientemente la voz, se distienda la postura corporal y se genere un primer acercamiento socio afectivo con los presentes.
Para culminar esta fase previa e inmediatamente antes de comenzar con la elocución, se recomienda realizar un breve informe indicativo del tema elegido y del tratamiento que se le dará en la conferencia. Esta instancia resulta muy conveniente puesto que ayuda a predisponer favorablemente a un auditorio que por entonces suele estar dominado por incógnitas.
3 – Enunciación.
Es el momento de la verdad. Todo lo planificado y ensayado deberá ser puesto en práctica, deberá ser comunicado. Es el momento de hacer uso de la palabra.
Componentes de la palabra hablada
Los componentes de la palabra hablada son: timbre, lanzamiento, tono, ritmo, modulación o entonación y silencios (pausas)
Timbre: es la identidad sonora del individuo, su personalidad. Calidad de los sonidos, que diferencia a los del mismo tono y depende de la forma y naturaleza de los elementos que entran en vibración.
Lanzamiento o volumen: es la fuerza sonora a emplear para llegar con la palabra a las personas que nos escuchan.
Tono: calidad de sonido que va de lo agudo a lo grave. Inflexión de la voz y modo particular de decir algo, según la intención o el estado de ánimo de quien habla.
Ritmo: la armonía y la cadencia con la que un orador se expresa.
Modulación: variar con fines armónicos las cualidades del sonido en el habla.
Pausas: interrupción de la fonación, de duración variable, que delimita un grupo fónico en un enunciado. Silencios lógicos para resaltar el valor de la palabra dicha o por decir. El silencio genera una tensión controlable en el auditorio que resulta muy beneficiosa para enfatizar, para pensar lo siguiente que se va a decir y para evitar las muletillas o modismos tan desagradables.
Vocabulario
Poseer un buen vocabulario habilita a expresarse con precisión, claridad, facilidad y belleza.
Por efecto de los medios de comunicación audiovisuales imperantes se ha podido observar que existe una pérdida o merma del caudal de vocablos en el lenguaje cotidiano.
La adquisición del vocabulario es un proceso muy complejo. Existe un vocabulario pasivo y otro vocabulario activo. El primero es el vocabulario que el sujeto entiende sin ayuda o con muy poca ayuda, pero que no es capaz de utilizar autónomamente. El segundo, es el vocabulario que el sujeto comprende sin problemas, pero que además, es capaz de utilizar cuando lo necesita y sin necesidad de ayuda. Parece claro, por lo tanto, que el vocabulario más amplio de una persona es el vocabulario pasivo, y parece claro también, que si una persona no tiene una palabra “almacenada” en su vocabulario pasivo, difícilmente esa palabra podrá llegar a formar parte de su vocabulario activo.
Cuantas más veces un sujeto intente acceder a esa forma, más “accesible” estará.
Recursos auxiliares

Los elementos auxiliares son de suma importancia al momento de exponer un discurso. Estos recursos van desde la utilización de una pizarra, pizarrón o rotafolio hasta el uso de cañón proyector y pantalla.
Este tipo de ayudas audiovisuales, fundamentalmente la proyección de contenidos en sistema power point o prezi debe ser utilizado con criterio, de forma tal de que acompañen e ilustren nuestra presentación discursiva, no que la reemplacen. Puede verse con mucha más frecuencia que lo deseable a disertantes que basan su ponencia en la lectura de los contenidos que se proyectan en los slides de sus presentaciones web. Esto, además de ser contraproducente como dinámica expositiva, genera fastidio por parte del auditorio que infiere falta de preparación del tema, inseguridad del orador y subestimación de la inteligencia de los asistentes.
Lo ideal es que los slides que ilustran la ponencia representen esquemas o cuadros sinópticos, que contengan los principales ítems que actuarán como disparadores de las explicaciones o desarrollo, y que el orador se encargará de emitir sin necesidad de leer los contenidos.
Los marcadores o punteros laser con los que se escribe o indica en las pizarras o pantallas también actúan como elementos auxiliares y deben depositarse donde correspondiere toda vez que no se haga uso de ellos. Es una mala costumbre de algunos oradores el disertar con una lapicera o marcador en sus manos a modo de muleta o soporte entendido como cosa que ayuda en parte a sostener otra- en este caso y de forma figurativa, para mantener las manos ocupadas en algo. Si se sostiene en forma permanente un marcador se pierde el efecto visual que opera en el público cuando se lo toma, se quita su capuchón, se hacen las indicaciones necesarias y una vez finalizadas se coloca el capuchón y se deja el útil en el lugar que estaba. Esta simple acción completa la explicación tanto técnica como simbólicamente.
Manejo de las manos
Idealmente un discurso debe comenzarse con las manos extendidas naturalmente sobre el costado de nuestro cuerpo, en una posición de descanso, con las palmas sin tensionar o comprimir de forma tal de dar la imagen de seguridad y tranquilidad.
Conforme avance la presentación las manos irán acompañando el devenir del discurso a través de movimientos moderados que armonizarán con el resto de los elementos que conforman la gestualidad.
Las principales dinámicas discursivas.
Contacto visual
Es extremadamente importante hacer contacto visual con la mayor parte del auditorio que nos sea posible. Esta técnica genera compromiso e involucra emocionalmente al destinatario del mensaje.
Paneo
Los contactos visuales deben ser superficiales, efímeros y generalistas. Estos paneos visuales actúan a modo de paneos cinematográficos, en los que la cámara permanece en una misma posición, pero gira sobre su mismo eje, barriendo todo el campo visual, a través de los cuales se abarca la mayor cantidad posible de asistentes.
Movimiento
Si las condiciones del estrado y los dispositivos desde donde se realiza la ponencia lo permiten, es aconsejable no permanecer estático en un mismo sitio a lo largo de toda una alocución. El trasladarse sobre el escenario en forma suave y ocasional le aporta cierto dinamismo al discurso, e involucra aún más al público en el seguimiento de lo que allí se exponga.
Por Antonio Ezequiel Di Génova
E-mail: info@antoniodigenova.com
WhatsApp al: +54 (911) 5595-9511

- Magíster en Neuro Comunicación (ESCO Universitas – Universidad Católica de Murcia).
- Magíster en Comunicación Corporativa, Protocolo y Asesoría de Imagen (IMEP -España)
- Licenciado en Relaciones Públicas (Universidad J. F. Kennedy – Argentina)
- Posgrado en Identidad e Imagen Institucional (Universidad de Belgrano – Argentina)
- Presidente de REDIRP (Red Iberoamericana de Profesionales de Relaciones Públicas)
- CEO de Antonio Di Génova Group. Consultoría Integral de Relaciones Públicas. Marketing Digital. Prensa y Organización de Eventos.
- Profesor de Grado en la Universidad de Belgrano y en la Universidad Nacional de La Matanza y de Posgrado en la Universidad Nacional de La Plata.
- Organizador del Simposio Internacional de Relaciones Públicas y de la Cumbre Latinoamericana de Relaciones Públicas y Comunicación Estratégica.
- Autor de 7 libros: Global PR; Ceremonial Empresarial; Organización Integral de Eventos; Manual de Relaciones Públicas; Gestión Integrada de Relaciones Públicas, Eventos y Protocolo; Organización de Congresos & Convenciones, Oratoria Neuroexperiencial y Comunicación.
